Mi paciencia tiene sus límites

Ahora entendía porqué estaba así, cuando me veía llorar sufría por mí, justo lo que había pensado unos segundos antes.
Suspiré otra vez.
No me gustaba que se sintiera así por mí.
Me puso un dedo en los labios con suavidad, yo intenté protestar a causa del regalo. Dió la vuelta en torno a mí y me colocó sobre el cuello un precioso collar que deslumbraba al igual que hacía su piel cuando le bañaba el sol. Se puso delante de mí , otra vez, y esperó mi reacción.
Oh...es precioso, gracias.Sonreí.
No me parecía justo recibir algo y no darle algo a cambio. Me quedé pensando que podría dale yo.
Rápidamente me dirigí hacía la mesilla de noche y saqué la esclava donde ponía mi nombre completo y el día de mi nacimiento, estaba echa de cuero y de plata.
Me puse delante de él, le levanté la mano izquierda y le anudé la pulsera.
Vale, ahora tú también tienes una cosa mía.Susurré.

Cantidad de envíos : 335 Fecha de inscripción : 30/06/2009

Bella, no tienes por que... Pero no pude acabar la frase al ver el entusiasmo que le ponía. Olisqueé el cuero para memorizar su olor, todo para mi tenía un olor único aunque el que más me llamaba la atención era el de Bella.
Miré la pulsera y luego la miré a ella.
Gracias.
Permanecimos callados unos segundos hasta que repuse las prioridades. Teníamos que sacar a Bianca de ahí, por su seguridad.
Tenemos que ir a por Bianca. Le recordé mientras intentaba adivinar sus pensamientos.

Nos quedamos en silencio, ambos mirando nuestros respectivos regalos.
Su voz me sacó de las nubes:
Sí.Dije con tono frio.
Me ofreció su mano para ayudarme a subir a su espalda.
Me subí y se lanzó hacía la lluvia y hacía la gran espesura del bosque.